viernes, abril 20, 2007

Se marca
con tambores
el ritmo
con el
que camina
la muerte.

El verdugo
afila
su hacha
de verdades,
ultima
los detalles
de la ejecución.

Mira, ahí va el poeta
arrastrando los pies
al cadalzo.
Dos minutos,
quizás tres,
no va a durar.

Silencio,
el aire
se corta
con un pedazo de pan.
El juego
de los niños
se suspende
pues una prosa
está
por morir.

Y no es tan grave,
no es un crimen.
Justicia,
deber
y ciencia
lo exigen.

Poeta que ya no será.

Sucede que se me cayeron las canciones y ya no las pude recoger.

martes, abril 10, 2007

¿Te acuerdas del cuento del niño que subía hasta el cielo para pegar las estrellas? Aquella noche no veía tu cara, pero sabía que sonreías. Simpatizaste en la distancia con el niño y su amor legítimo, por su cielo y sus estrellas blancas. Sentiste pena por él cuando perdió una y trataste de defenderlo cuando lo regañó La Voz. Ese niño, aunque no lo creas, vive aquí conmigo. No es mi vecino, ni mi hermano. Ese niño que cuelga de noche las estrellas para ti soy yo, pero no te habías dado cuenta por que siempre, siempre, tu ya estás dormida. Y es mejor así, por que si tu me vieras cuando lo hago, todo se perdería, ya no habría más noches estrelladas para todos, sólo para ti, en tu cuarto, para tus ojos.

jueves, abril 05, 2007

Extraño algo. No sé que pueda ser. Hago llamadas de teléfono que nadie contesta. ¿Dónde quedaron las voces? Quizás las perdí sin darme cuenta.

Hace varios días dejé de fumar, esperando que mis pulmones me devolvieran alguna victoria no concedida en el pasado, un par de letras o un alveolo resucitado. Aún no encuentro resultados.

Mañana colgaré los teléfonos, esperando a que caiga la noche y mi sombra sea compañera, cómplice y enemiga.

martes, abril 03, 2007

En la ventana
tu pecho desnudo
se asoma,
me invita
a tomarlo,
a bebérmelo
con la lengua,
a caminarlo
con la mirada
y no cansarme.

Te invito al juego del poeta contra el tiempo,
si me das cinco minutos
te regalo mil poemas,
¿juegas?

Se resumen tres letras para que no ocupen mucho espacio en tu memoria. Ya sabemos que no quepo, que te caes si me meto en tu cabeza. Yo te quiero, ¿me perdonas?

Arde la piel,
un espasmo
de muerte
¿me recorre?
y no me deja.

Anticuerpo
de mi.